Escenario de encuentros y separaciones o simplemente un punto de partida para tomas un nuevo rumbo, las estaciones de trenes no sólo son protagonistas de películas y libros, las aventuras que albergan estos lugares los convierten en una parte de la cultura popular de muchos países en lo que su uso ya forma parte de la rutina.
El tren es la metáfora del amor que no volverá, o aquel escape de una vida de monotonía. Su funcionamiento va de la mano con el arte, la arquitectura y el diseño, disciplinas que se han dedicado a remodelar viejas y nuevas estructuras de las estaciones, dejando a estos centros de transporte como una obra de arte innegable, innovando dichos escenarios de viajeros soñadores y despedidas largas....
Chhatrapati Shivaji, Bombay.
Declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2004, la mezcla de renacimiento gótico victoriano con el estilo tradicional de los palacios hindúes convierten a la estación de Chhatrapati en el corazón de una de las ciudades más pobladas del mundo. Construida por F.W. Stevens en 1878, quien tardó 10 años en finalizarla, fue llamada Estación Victoria para honrar a la emperatriz de la India, la reina Victoria, resultando ser un ejemplo arquitectónico de la unión de dos culturas.
Grand Central, Nueva York.
La emblemática estación de Manhattan, que ha sido parte de miles de películas, celebró su centenario hace un año. Un ejemplo de estilo Beaux Arts diseñado por los estudios Reed & Stem y Warren & Wetmore. Con 19 hectáreas de amplitud, Grand Central cuenta con 44 andenes y 67 vías. Todos los días este lugar es visitado por millones de curiosos turistas y locales quienes admiran su escalinata y su cúpula celeste.
Dunedin, Nueva Zelanda.
Se cree que la estación de Dunedin es el monumento más fotografiado de dicho país, y es que es la segunda ciudad más importante de la isla. Su belleza se basa en un estilo renacentista flamenco. George Troup fue el arquitecto encargado de su construcción en 1906. Hecha de piedras de basalto negro procedentes de Kokonga y pizarra de Marsella para el techo, forma parte del centro histórico de la ciudad.
Estación Central de Amberes, Bélgica.
Su revestimiento de piedra y su cúpula de 44 metros de altura es completamente impactante. El diseño fue obra de Luis Delacenserie, mientras que Clemente Van Bogaert se ocupó de su estructura y los vidrios que cubren las vías. La revista norteamericana Newsweek la etiquetó como la más bella de toda Europa
St. Pancras, Londres.
A pesar de su grandeza, St. Pancras es la única estación internacional de Londres, y quizá la más bella de la ciudad. En este lugar opera Eurostar, línea que conecta a Inglaterra con Francia por un túnel que pasar por debajo del Canal de la Mancha. Ubicada en el distrito de Camden, St. Pancras se encuentra entre la nueva Biblioteca Británica y la estación de King’s Cross, edificada en 1868 con un estilo neogótico. A pesar de que en la saga de Harry Potter los personajes parten de King’s Cross para la tomas de las películas, utilizaron el exterior de St. Pancras.
King’s Cross, Londres.
Conocida por ser la estación de la que partía Harry Potter para dirigirse a Hogwarts, fue creada en 1852 sobre el mismo lugar que antes era un hospital de fiebres y viruela. En 2005 comenzó su ampliación, la que también transformó su perfil de ladrillo y hierro en un hall futurista. Por su extrema cercanía con St. Pancras, se podría considerar que forman un mismo complejo ferroviario. Dentro de ésta se encuentra una adaptación de un carrito de equipaje atravesando la pared bajo la indicación de 9 3/4, para los fanáticos de las historias de J.K Rowling
Estación Central de Milán.
El rey Victor Manuel III fue quien colocó la primera piedra para que, después de 25 años, Benito Mussolini la inaugurara en 1931. Fue debido a la crisis económica de la Gran Guerra que la construcción de ésta demoró tanto. Durante su letargo el proyecto se fue modificando hasta tornarse en el monumento tan complejo y majestuoso que es hoy. Con una mezcla de diferentes estilos como el Art Nouveau y Art Deco, la Estación Central de Milán se conforma de 24 plataformas y un una fachada de 200 metros de ancho.
Estación de Atocha, Madrid.
“Yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid” canta Joaquín Sabina como una oda a esta ciudad, y es que la estación ferroviaria de Atocha es una de las más antiguas; la terminal comenzó a funcionar en 1851 con el puro estilo continental de Europa. A pesar de que su estilo industrial se concluyó hasta 1892, se abrió con el nombre de Estación de Mediodía, con diseños de Alberto de Palacio. La nave central de Atocha es reconocida por tener un jardín tropical y en su exterior se encuentra un monumento homenaje a las víctimas del 11-M.
Kanzawa, isla de Honshu, Japón.
Símbolo de la historia monumental japonesa; la construcción de Kanzawa fue levantada en 1898, y es uno de los íconos representantes de la arquitectura civil que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. En 2005 los nipones remodelaron el lugar con una enorme puerta y una estructura de madera y vidrio, resultando una fusión de entradas tradicionales a los templos shintoistas.
Gare de Limoges-Bénedictins, Francias.
Una de las estaciones más bellas, turísticas y curiosas del mundo pareciera una catedral con vidrieras y una torre campanario de 66 metros de altura. Ubicada en Limoges, la capital de la porcelana, situada a unos 400 km al sur de París, Roger Gonthier fue el encargado de crearla después de que descubrieran que la primera estación de la ciudad era muy pequeña.
Maputo, Mozambique.
Posiblemente la estación de trenes más bella de África, su gigante cúpula alberga un club de jazz de moda. La impresionante pieza arquitectónica es atribuida a Gustave Eiffel, aunque se sabe que éste nunca pisó Mozambique. Sus estructuras están hechas, la mayoría, de hierro. Dentro de ella se encuentran algunas locomotoras a vapor que recorrieron el país a finales del siglo XIX
Estación Ferroviaria Internacional de Canfranc, Huesca.
Canfrac, localizada entre la frontera de España con Francia, fue un proyecto presentado por las compañías Midi Francés y Norte de España. Su construcción, que duró 10 años, comenzó en 1915 tras la Primera Guerra Mundial. La estación fue inaugurada por el Rey Alfonso XIII en los años 30. El lugar tuvo un momento de esplendor, sin embargo se cerró por cuatro años en 1945, porque fue controlada por ejército nazi.
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