Violencia automotriz.
A diario podemos leer en periódicos digitales o impresos, noticias sobre la violencia e inseguridad en nuestro país, en nuestro estado o en nuestra ciudad. Lamentamos que siga en aumento, charlamos con vecinos, amigos y familiares nuestra preocupación, pensamos en cómo podemos protegernos, atrincherarnos, prevenir nuestra familia (sobre todo a niños, niñas, adultos mayores, etc.) de los asaltos, los secuestros, las estafas, de las agresiones en la calle o de los abusos.
Aparte maldecimos al transporte público cuando cobra otra víctima; nos indigna saber que algún automovilista atropella a alguien y ahí lo deja tirado mal herido o sin vida.
Y, ¿si nosotros somos parte de esa violencia, de esa inseguridad a la que tanto tememos? ¿Cómo saber si somos parte de esa violencia automotriz?, podemos ser parte o podemos sufrir por ella.
La violencia automotriz no solo es "manejar como minibucerdo", cuando causamos daños en un choque o siniestro y no queremos hacernos responsables del daño, estamos creando más víctimas de la violencia, al arrollar un peatón o un ciclista nos asustamos y salimos a toda velocidad "antes de que me atrapen"; entonces nos convertimos en delincuentes pasivos. "No fue mi intención", “se me atravesó”, "somos diferentes, yo no me dedico al crimen", "solo fue una vez y aprendí la lección".
¿Qué pasa con la persona herida o fallecida? con esas personas que "estuvieron en el lugar equivocado y en el tiempo equivocado", a esas personas que "si ya les tocaba, aunque se quiten". Las victimas normalmente solo son noticia de primera plana, permea la indignación unos días y poco se sabe que pasó después, al no haber un culpable que condenar o un responsable que pague el daño quedan en el olvido.
¿Podemos de alguna forma prevenir el ser autores o autoras de la violencia automotriz? si, si podemos. La mayoría sabemos lo que tenemos que hacer: No ir a toda velocidad, evitar pasarnos un alto, no hacer maniobras riesgosas, no jugar carreras si nos rebasan o nos miran feo, no caer en provocaciones - hay quien dice que la violencia ya está en nosotros y solo falta una chispa para encendernos -.
Con todo y precauciones, si matamos a otra persona "sin querer", el seguro nos cubre de casi todo. Y al menos la familia de la víctima podrá decir "tu muerte no fue en vano, el seguro nos indemnizo -aunque el gobierno no pudo hacer algo-".
Llevaremos una victima a cuestas, que al menos no arrastremos a su familia.