Uno de los mitos más extendidos es el del peligro que supone el uso de móviles en las estaciones de servicio. ¿Qué dice la ciencia sobre el riesgo real de que se produzcan explosiones o incendios como consecuencia de su utilización?
Una de las obligaciones que deberíamos cumplir, y que a menudo se nos olvida, es la de apagar nuestro teléfono móvil cuando estamos en una gasolinera. Así lo dicta el Reglamento General de Circulación en su artículo 115, que literalmente prohíbe "mantener encendido el motor o las luces, así como sistemas eléctricos como la radio o dispositivos que emitan radiación electromagnética".
En el último caso, según la normativa de Tráfico, se encontrarían nuestros teléfonos móviles. A día de hoy, conocemos que estos dispositivos son transmisores de radiofrecuencia de baja potencia (entre 450 y 2700 MHz), con un pico de potencia que oscila entre los 0,1 y los 2 vatios. ¿Pueden realmente afectarnos en una gasolinera?
Como explican en Naukas, los dos peligros más importantes relacionados con el uso de móviles serían el de una posible explosión o incendio. ¿Puede suceder algo así si mantenemos nuestros teléfonos encendidos en la gasolinera? La ciencia dice que no, ya que estos dispositivos emiten muy poca energía (menos de 1 w/cm2).
La única forma de que pudiera originarse una chispa en una gasolinera a partir del uso de móviles sería por un defecto en la batería, algo improbable y que también puede ocurrir en el caso de la propia batería del automóvil. Aunque la posibilidad sea muy remota, existe un riesgo bajo de que se produzca, pero no por el combustible, sino por el gas que sale de la manguera.
Realmente, es más probable que el uso de móviles sea más peligroso como fuente de distracción que como posible origen de una explosión. Como recopilaron en un informe del Petroleum Equipment Institute, no hay documentados incidentes en gasolineras relacionados con incendios o explosiones por el uso de móviles.
En definitiva, la evidencia científica no permite afirmar que estos dispositivos produzcan accidentes graves. Sin embargo, deberíamos tener en cuenta que el uso de móviles en gasolineras también puede producir atropellos, despistes con el coche y otros peatones, etc. Por este motivo, es desaconsejable su utilización en estas estaciones de servicio, y así además evitaremos una posible multa de 90 euros.
Sin embargo Desde México, Efraín Rojas opina:
En hospitales y gasolineras no se deben utilizar celulares por dos razones:
a) Pueden entrar en interferencia con equipo electrónico.
b) Como no están sellados, si existe algún problema en el interior del teléfono puede causar una chispa y encender vapores inflamables o gases combustibles.
1) Los teléfonos celulares prendidos emiten señales de 800 a 900 Mhz. Algunos aparatos inducen frecuencias, es decir causan barridos ó interferencias, en equipos computarizados como los que se utilizan en algunos respiradores artificiales, equipo de diagnóstico médico avanzado. Lo mismo pasa, por ejemplo, si usted con un radio de banda civil (los más comunes) se está comunicando con alguien que está a 80 metros de distancia y de repente llega otra persona y se coloca a 5 metros de usted, aunque se encuentre en otro canal
aparece el fenómeno de interferencia, que puede ser constructiva ó destructiva dependiendo del rango de frecuencias.
2) Cualquier voltaje de una batería puede provocar una chispa en corto circuito y esto es claro en la ley de Ohm I= V/R. La corriente eléctrica (cantidad de electrones) es directamente proporcional al voltaje aplicado e inversamente a la resistencia.
En castellano esto significa que si por alguna razón el equipo electrónico o lámpara tienen un problema interno, la resistencia tiende a ser cero y la corriente aplicada será alta capaz de generar una chispa capaz de prender vapores y gases combustibles. Esto no será posible en líquidos y sólidos que no emanen gases combustibles.
Por esa razón los exposímetros y lámparas para zonas peligrosas están sellados, para prevenir alguna chispa.
3) Un teléfono celular tiene su mayor potencia cuando recibe una llamada (consumo de corriente al máximo). En un teléfono convencional el voltaje tiende a llegar a 25 ó 30 volts cuando se recibe una llamada y después baja a 5 volts.
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